“¿Para
qué vives tú lector/a? ¿Cuál es la finalidad o sentido de tu vida?”. No se
trata de una pregunta que requiere una respuesta sesuda e intelectual, sino que
se trata nada menos que de un quehacer en la vida, como diría Ortega, que lleva
a una trayectoria y un tener que
habérnosla con una serie de tareas y dificultades reales de la vida.
Pero no estamos lanzados e instalados en la
vida de cualquier manera sino orientados en ella por nuestros fines y
propósitos personales siempre en el contexto de la vida en relación con otras
personas. Este es básicamente el planteamiento de la causa final que realiza
Adler (1927b, 1933).
Por lo pronto todos los humanos estamos en la
vida situados en tres grandes contextos o situaciones que se tornan
problemáticos y que requieren respuestas:
(1) Todos vivimos en la corteza terrestre en un sistema
ecológico que funciona según las leyes naturales y que también hemos alterado y
transformado con nuestras prácticas socioculturales y materiales, prácticas que
reobran sobre nosotros para bien y para mal (vivienda, contaminación), etc…y en
cuya elaboración interviene el trabajo
como tarea humana del vivir en ese medio.
(2) Todos vivimos entre otros seres humanos y en
sociedad. La vida humana como tal se modela y se desarrolla en la
convivencia con otras personas. La mayoría de los problemas humanos (incluido
los psicológicos o emocionales) tienen su génesis y despliegue en esas relaciones. Vivir
conlleva a menudo dificultades en las relaciones con otros cuando surgen
intereses o proyectos de vida distintos. Ello conlleva conflictos que requieren
para su resolución de la cooperación
(sentimiento de comunidad). De la cooperación en las relaciones depende la
propia supervivencia de la humanidad. Una tarea básica de la vida es pues
desarrollar las relaciones con otras personas, la vida social.
(3) Los humanos
pertenecemos a dos sexos: hombres y
mujeres. Cada sexo presenta una serie de características mediadas tanto por
la naturaleza biológica como por el aprendizaje socio-cultural de los géneros,
variables, según que roles y sistemas de vida imperantes en cada momento
histórico que requieren de respuesta de las relaciones entre hombres y mujeres,
tanto a nivel de la tarea de la pareja/sexo
como en los otros ámbitos de la vida, como el trabajo y la vida social. En
este aspecto Adler ya en los años 20-30 del siglo XX hablaba del sentimiento de
inferioridad de las mujeres por causa de la discriminación social y de su
desigualdad al acceso de condiciones igualitarias con los hombres.
Las respuestas que damos a las tres cuestiones y tareas de la vida conforman el
sentido de nuestras vidas (Adler, 1927b, 1933). Cada persona da un sentido
a su vida por los significados que
esta da a sus experiencias. Esos significados no derivan de su código genético
ni del ambiente directamente, sino que son creaciones subjetivas para responder
a problemas reales de la vida. Aquí pareciera que en las afirmaciones de Adler
sobre el significado en su madurez teórica fuera una especie de constructivismo
moderado o realista dado que por un lado la vida tiene una lógica inherente que deriva de su propia realidad de esas tres
condiciones o tareas referidas y por otro lado cada individuo afronta en su
trayectoria de vida esas tareas con un Estilo
de Vida particular regido por los fines que este persigue de manera
consciente e inconsciente. Posiblemente esta sea la lectura correcta de los
textos adlerianos (Adler, 1927b, 1933). Este planteamiento es totalmente
concordante también con el conductista radical y contextual que hemos expuesto
en apartados anteriores, dado que el sujeto operante va creando su vida en
relación a interacciones con su medio, no respondiendo mecánicamente a una
estructura estímulo-respuesta invariable. Recuérdese también en este punto el
papel del lenguaje y del concepto del desligamiento funcional.
A la pregunta, “¿cuál es la causa final del estilo de vida?”, los adlerianos (y
los conductistas contextuales) responden que dar sentido a la vida mediante rutas, trayectorias y direcciones de
vida que bien responden a valores personales verbalizables y conscientes a
veces (Hayes, Strolsah, y Wilson, 2014;
Pérez Álvarez, 2014) o a fines o propósitos inconscientes y no verbalizables
(Skinner, 1953, 1979; Adler, 1927a, 1927b, 1933)
Bibliografia:
-Adler, A. Conocimiento del hombre. Espasa-Calpe
S.A. Madrid, 1973 (orig. 1927 a)
-Adler, A. Comprender la vida. Paidós. Barcelona,
1999 (orig.1927 b)
-Adler, A. El sentido de la vida. Espasa-Calpe S.A.
Madrid, 1975 (orig. 1933)
-Hayes, S.C; Strolsah,
K y Wilson; K.G: Terapia de aceptación y
compromiso. Proceso y práctica del cambio consciente (Mindfulness).
Editorial Descleé de Brouwers. Bilbao, 2014
-Pérez Álvarez, M. Las terapias de tercera generación como
terapias contextuales. Editorial Síntetis. Madrid, 2014
-Skinner, B.F. Ciencia
y conducta humana. Editorial Fontanella. Barcelona, 1977
(orig. 1953)
-Skinner, B.F. Sobre el conductismo. Ediciones Orbis,
S.A. Barcelona, 1986 (orig. 1974)