Original en: http://psyciencia.com/2013/04/23/grupos-terapeuticos-de-risa/
Por: Andrés Buschiazzo
Los beneficios del humor y la risa no siempre fueron tenidos en
cuenta por las ciencias de la salud. En la Grecia preclásica la catarsis
era fundamental en la comedia como vía de expresión del humor, la risa
y la ironía. La función que se le daba a las emociones como purgadoras o
catárticas, se perdió en la Edad Media europea. Es en el Renacimiento
cuando los literatos y las clases cultas inglesas de los siglos XVI y
XVII, deciden fervorosamente cultivarlos por el significado social y
sanitario (Fernández & García, 2010; Tizón, 2005). Estudios
antropológicos indican que culturas como la indostánica o la china
valoraban la importancia de la risa y el humor alentando a sus pacientes
a reír de sus propias desgracias (Tizón, 2005). En el Medioevo europeo,
éstas quedaban reservadas para las cortes (los bufones) y el sector más
empobrecido del pueblo estaba amenazado por la Inquisición que las
relacionaba con las fuerzas del mal, fenómeno señalado por
Umberto Eco en “El nombre de la rosa”.
la expresión emocional del rostro es la misma
en todas las partes del mundo
independiente de la cultura
Estudios recientes, realizados por
Paul Ekman
de la Universidad de San Francisco, afirman que la expresión emocional
del rostro es la misma en todas las partes del mundo independiente de la
cultura (Newen & Zinck, 2009). Sin embargo, cuando a un japonés se
le muere un ser querido en lugar de llorar, como sucede en otras
culturas, sonríe. Cabe añadir que los niños chinos cuando son
reprendidos por su profesor muestran su respeto hacia él sonriendo. En
consecuencia, no es tan fácil explicar el significado y el sentido de la
risa sin previamente comprender las construcciones sociales en su
contexto.
Al respecto,
Paul Watzlawick propone un modelo
constructivista y distingue dos órdenes de realidad: uno de primer orden
cuya relación es con las propiedades físicas de los objetos de la
percepción y otro, de segundo orden que refiere a la atribución de valor
y significado (Watzlawick, 1995). A modo de ejemplo, la sonrisa es un
fenómeno objetivamente verificable en el campo de la realidad de primer
orden, pero si expresa simpatía, burla, etc., es de segundo orden,
inverificable de forma objetiva, porque está sujeta al marco de
referencia del que percibe el acontecimiento y la correspondiente
atribución de significados.
El reciente interés psicoterapéutico por la risa hunde sus raíces en
Freud y Adler,
entre otros. Freud en “Estudios de la Histeria” describe su primer caso
clínico de hipnosis catártica (Breuer) con una paciente histérica
(Emmy von N.) que al mostrarle un atlas histórico-cultural con imágenes
de indios disfrazados de animales le causó un intenso terror y cada vez
que se angustiaba, éstos reaparecían. Cuando
Freud se entera de la situación le dice:
“Le ordeno no tener miedo a las imágenes de los indios, más bien
reírse de ellas a carcajadas y llamarme la atención sobre ellas. Y así
ocurre después que despierta; ella busca el libro, me pregunta si ya lo
he mirado, me lo abre en la hoja correspondiente y se ríe a mandíbula
batiente de esas grotescas figuras, sin angustia alguna, con rasgos
tersos” (Freud, 2011, 76).
En el trabajo “El chiste y su relación con lo inconsciente” (1905),
Freud
considera el humor desde un punto de vista económico, una forma de
ahorrar el despliegue de los afectos. En el artículo publicado en el
1927 sobre “El humor”, confirma esta tesis con el ejemplo del preso que
ha sido condenado a la pena máxima y que al ser conducido a la horca
exclama: “¡Vaya, empieza bien la semana!” (Freud, 1986, 157). La persona
capaz de burlarse de su propio destino supera el dramatismo
existencial, el humor brinda una solución eficaz para liberarse de una
tensión psíquica.
Alfred Adler propuso una psicoterapia optimista, de
cambio y con dirección al futuro. En lugar de trabajar sobre las
disfuncionalidades psíquicas y las expresiones patológicas, se abocó a
aspectos positivos y recursos que poseían sus pacientes. Los
profesionales de su tiempo estaban sorprendidos por su método
diagnóstico y cuando se le preguntaba por sus logros, respondía: “Quizá
porque he logrado darme cuenta que había un enfermo debajo de la
enfermedad” (Bottome, 1952, 200). Adler utilizaba las bromas como una
forma de interpretar los recuerdos, eran bromas que emergían del setting
adleriano y no eran desagradables en el sentido que lesionaran la
autoestima de sus pacientes. Cada broma era construida, para cada caso
en particular, contemplando, siempre, las necesidades específicas de
cada estilo de vida.
Alfred Adler propuso una psicoterapia optimista,
de cambio y con dirección al futuro.
Norman Cousins fue pionero en investigar la relación
de las emociones y los efectos fisiológicos – químicos del buen humor y
la risa. Luego de un viaje en 1964 fue diagnosticado de espondilitis
anquilosante, una afección en el tejido conjuntivo de la médula espinal,
que según el médico especialista tenía una probabilidad en quinientas
de recuperar su salud (Cousins, 1981). El agotamiento suprarrenal era
una de las hipótesis que manejaba. Ante los pronósticos poco auspicios
decidió hacer algo para recobrar su funcionamiento adecuado y recordó
que hacía diez años había leído la obra clásica de
Hans Selye “The Stress of Life”,
donde describía que una tensión emocional negativa fuerte podía
provocar reacciones químicas adversas en el organismo. Ante esto se
preguntó, qué ocurriría con las emociones positivas como la esperanza,
la alegría, la voluntad de vivir, etc. A partir de esta reflexión,
diseñó un estricto programa que consistía en mirar películas de los
hermanos Marx y recibir todos los estímulos posibles de humor.
Cousins concluyó que diez minutos de risa le permitían dormir durante dos horas sin dolor y de esta manera, recobró su salud.
El psiquiatra
William Fry, discípulo de Bateson,
acuñó el término gelotología (del griego gelos = risa), disciplina que
estudia el humor y la risa con fines terapéuticos. Fry aplicó los
conceptos de humor y risa en la “Teoría de la Comunicación” desarrollada
por la Escuela de Palo Alto. En una de sus investigaciones analizó a un
grupo que reía durante 10 minutos, y tomó muestras de sangre antes y
después de ese período, concluyendo del análisis hematológico, que luego
de reír las hormonas necesarias para disminuir los efectos negativos
del estrés se multiplicaban por 3 o por 4. Además, subían los niveles
de oxígeno en la sangre. Fry define la risa como una “experiencia
orgánica” total (holística) en la que participan los principales
sistemas, como el muscular, el nervioso, el cardíaco, el endócrino y el
digestivo. Las investigaciones de Fry indican que entre cien y
doscientos espasmos diarios de risa equivalen a diez minutos de remo o
footing.
Se han observado resultados terapéuticos positivos en los pacientes
que además de transitar por una psicoterapia individual tienen como
complemento los
GTR. Esta técnica ha sido desarrollada
en el Uruguay como complemento ideal de la psicoterapia individual y con
resultados altamente favorables. Los pacientes que padecen crisis de
pánico, fobia social, depresión, burnout y personas con miedo al
ridículo y a la risa (Gelotofobia) han mejorado su calidad de vida de
forma considerable. La gelotofobia (1996) es un constructo creado por el
Dr. Michael Titze y proviene del griego gelós = risa
y fobia = miedo. Y significa un intenso miedo a ser objeto de burla o
reír, está vinculado con la vergüenza, que es una expresión de
inseguridad, duda de sí mismo a la que Pierre Janet denominó “sentiment
d´ incomplètude” y que más tarde Adler bautizo “complejo de
inferioridad”. Lo que subyace en la gelotofobia es un sentimiento de
inferioridad exacerbado que obstaculiza el desarrollo personal en las
cuatro tareas de la vida expuestas por Adler (amor, contacto social,
trabajo y arte). Titze es el fundador y presidente de
HumorCare, organización cuyo cometido es difundir y desarrollar el uso del humor y la risa con fines psicoterapéuticos.
La comprensión y el tratamiento psicoterapéutico de la
gelotofobia es la risa y la estrategia para generarla
involucra una técnica vivencial.
En una sociedad consumista, individualista y postmoderna donde no
importa ser del promedio ni bueno, sino el mejor, genera en las
personas un estado de estrés continuo. Una persona que está sometida
bajo estrés constante aumenta su secreción de cortisol provocando
problemas en su salud. El impacto es a nivel neurológico, el hipocampo
disminuye su función provocando dificultades en el aprendizaje y, la
función de la amígdala se descontrola infundiendo miedo donde no existe
amenaza real. A esta vigilancia extrema se la designa desorden de estrés
postraumático (Goleman, 2006).
La comprensión y el tratamiento psicoterapéutico de la gelotofobia es
la risa y la estrategia para generarla involucra una técnica
vivencial. Son grupos terapéuticos estrictamente científicos que tienen
la peculiaridad de excluir presentaciones para evitar re-traumatizar;
los integrantes no van a contar su conflictiva: solamente van a reír.
Las sesiones son semanales y duran entre 10 y 20 minutos con una
extensión de 5 meses. El coordinador indica ejercicios fisiológicos y
psicológicos para animar a los participantes a reír libremente. Las
primeras risas son forzadas, luego se genera un efecto-contagio logrando
que las risas sean naturales. Se fomenta la consigna adleriana de tener
el coraje de ser imperfecto.
El fundamento científico de los
GTR está en las neurociencias.
El fundamento científico de los GTR está en las neurociencias. El
cerebro no discrimina lo real de lo imaginado. Si una persona no tiene
deseos de reír, pero lo hace, el organismo reacciona cambiando el estado
de ánimo de manera notoria. Cuando se alteran las precepciones se puede
cambiar las emociones (Damasio, 2005; Goleman, 2006). Confirmado por
el postulado de William James: “No lloramos porque estamos tristes, sino
que estamos tristes porque lloramos” (Casacuberta, 2000, 38). Así como
Adler mencionó que las lágrimas funcionan como un medio para alcanzar un
objetivo: la atención, a lo que llamó “fuerza hidráulica”. En los GTR
se convoca, a través de la voluntad, una emoción positiva. El movimiento
crea emociones. Como expresó el Alain, solamente hay un modo de
resistir al frío y es estar satisfecho con él. El filósofo Spinoza,
maestro de la alegría, dice: “No es que esté contento porque me
caliento, sino que me caliento porque estoy contento” (Alain, 1966, 54).
Otro fundamento, donde todas las psicologías constructivistas hunden
sus raíces, es en la “Filosofía del Como Sí”, de Vaihinger. El sustento
epistemológico es: la verdad es el error más útil (Ansbacher &
Ansbacher, 1964). El hombre no conoce, ni puede acceder a conocer, la
realidad directamente. El hombre sólo dispone de una teoría sobre ella,
que es el instrumento para poder interpretar y actuar en la realidad
(Kelly, 1966).
Alfred Adler afirmó que su
Psicología Individual
(PI) es una ciencia alegre y en este sentido confirmó el dictamen de
Friedrich Nietzsche, quien declaró que la alegría y el regocijo tienen
que transformar la ciencias humanas, de lo contrario la ciencia no
tendría sentido. Como Yaír Hazán y Michael Titze han descripto en el
reciente libro
“Fundamentos de Psicología Profunda Teleológica”, la
psicoterapia adleriana ha realizado un trabajo pionero en el uso de los
métodos paradójicos. Por otro lado, las paradojas son el material que
constituye la relación con el humor. Y esto es exactamente lo que los
adlerianos, llamamos el “reflejo de reconocimiento”, reflejo que
siempre está acompañado con una sonrisa o una risa, manifestación
indicadora de que el insight (súbita comprensión) se produjo.
Es una modalidad terapéutica útil a la sociedad toda por abordar una
problemática de harta frecuencia y beneficia a la comunidad científica
incorporando un procedimiento psicoterapéutico sencillo y sui generis
que no colide con las terapias clásicas sino que las complementa y
abrevia. Lo que constituye un cambio cualitativo y cuantitativo en la
psicoterapia.
Bibliografía
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Hazán, Y & Titze, Y. (2011) Fundamentos de Psicología Profunda Teleológica. Montevideo: Editorial Psicolibros.
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Watzlawick, P. (1995). El sinsentido del sentido o El sentido del sinsentido. Barcelona: Herder.